La pequeña historia que hoy
les quiero contar me hizo recordar a un querido profesor de este Colegio. Seguramente muchos
lo han escuchado decir que el tiene respuestas para todas las preguntas. Y es
que cuando le preguntan sobre un tema que desconoce, sencillamente tiene
una respuesta: “No se”. Decir “no se”, también es una respuesta válida.
La historia de hoy es la de
un niño que un día le escribió una carta al niñito Jesús que decía: "Querido
niño Jesús. Primero que nada ¡Feliz cumpleaños! Te agradezco por haberme
enviado un hermanito, pero yo te había pedido una bicicleta. Con cariño, Fabricio."
Así escribió al niño Jesús,
Fabricio, en los días posteriores a la Navidad. Tenía un solo, pero gran deseo, de
poseer la bicicleta último modelo que había admirado en una bicicletería de su
barrio. Pero la mamá de Fabricio tenía tantas cuentas que pagar y los gastos
aumentaban cada día más que no podía de ninguna manera comprar una bicicleta
para su hijo. Además estaba llegando su hermanito nuevo… Fabricio conocía las
dificultades de su mamá, así que decidió pedir la bicicleta directamente al
niño Jesús, y siempre que terminaba sus oraciones añadía aquella frase:
"No te olvides de la bicicleta".
Llegó la Navidad. Ya había
llegado su hermanito a casa y Fabricio... no recibió ninguna bicicleta. Cuando de
noche se pusieron a rezar, el niño se arrodilló como siempre al lado de su cama
para las oraciones junto con su mamá.
"Fabricio" le
dijo dulcemente la mamá, "me imagino que estarás triste porque no recibiste
la bicicleta por la Navidad. Espero que no estés enojado con el niño Jesús
porque no respondió a tu pedido". Fabricio miró a su mamá y le dijo:
"Oh no, mamá. Yo no estoy enojado con Jesús. El contestó a mis oraciones.
Pero me dijo que no”.
La verdad es que
nos cuesta cuando Dios nos dice que no. A uno le gustaría siempre un si. Es que
si leemos en el Evangelio lo que Jesús nos dice sobre la oración podría dar la
impresión que basta con rezar para conseguir todo lo que queremos. "Pidan
y les darán, busquen y hallarán, llamen a la puerta y les abrirán. Porque todo
el que pide recibe y el que busca encuentra y al que llame a una puerta se le
abrirá....Por lo tanto, si ustedes que son malos saben dar cosas buenas a sus
hijos, cuanto más el Padre del cielo
dará el Espíritu Santo a los que se lo
pidan" (Lc 11,11-13) Se ve claramente que Dios no se compromete a
darnos siempre lo queremos sino lo que es más importante: el Espíritu Santo.
San Mateo nos dice algo semejante: "El Padre que está en los cielos dará cosas buenas al que se las pida" (M7,7).
Siempre un Padre da
cosas buenas. Y muchas veces el no dar lo que uno pide es lo mas bueno que
podría suceder. Por eso, como este pequeño Fabricio, no debemos enojarnos
con Dios o pensar que no nos escucha. A veces malinterpretamos sus no o sus
silencios. Siempre Dios tiene algo mejor preparado para nosotros sus hijos. El,
como Padre que es, elije lo mejor para nosotros. Y lo mejor muchas veces es
estar atentos a sus sorpresas cotidianas. ¿No era lindo cuando nuestros padres
nos sorprendían con algún regalo que no esperábamos? Dios hace lo mismo. Miren
a las flores del campo, dice Jesús, ni trabajan ni hilan y sin embargo Dios las
viste con hermosura. ¿Qué no hará Dios por nosotros que somos verdaderamente sus
hijos? ¿O desconfiamos de Papá Dios? Por eso, siempre y a cada momento, aún
ante un “no” como respuesta, digamos: Gracias papá Dios.
Padre Nuestro…
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