El desconfiado


 Un día un hombre caminaba por una senda bastante difícil, resbaló y cayó a un precipicio. En la caída pudo aferrarse a una rama y allí quedó. ¿Cómo haré para salir de aquí? Y se descubrió a sí  mismo pensando en Dios, cosa que nunca había hecho. Jamás se había preocupado por esas “tonterías de viejas de Parroquia”… 

Sin embargo, en aquella situación gritó desesperado: "¡Dios mío sálvame! Nunca he creído demasiado en ti, pero si me salvas te prometo que siempre creeré en ti…" Hubo un silencio que era roto solamente por el silbido del viento…. Y repitió su oración con fuerzas… De pronto tronó una voz desde las nubes que dijo: "Oh no… tú nunca creerás. Conozco a las personas como tú…". El hombre se animó y gritó con más fuerza: - "No, no, no… te equivocas… yo creeré en ti. ¡De veras!" …. "No, no lo harás", respondió Dios. "Es lo que todos dicen".

Tanto imploró y argumentó el hombre que al final Dios le dijo: "Esta bien. Creeré en lo que tú me dices. Te salvaré… Suelta la rama". El hombre sorprendido se asió más fuerte a su rama y preguntó: "¿Qué dices? ¿Qué suelte la rama? Ah no… ¡crees que estoy loco!..."

No sabemos si el hombre pudo bajar de allí…

Miren. Más difícil que tener Fe en Dios es tener Confianza en Dios. Creer todos creen, pero confiar en El es otra cosa. Colgarse de la rama también lo hacen los monos... ¿No le decimos cada día a Dios que nos de el pan? Sin embargo que nerviosos nos ponemos cuando no podemos conseguir las cosas que deseamos…

Seguramente en alguna Misa escucharon el relato evangélico del joven rico que pregunta qué tiene que hacer para alcanzar la vida eterna, a lo que Jesús le dice que debería empezar cumpliendo los 10 mandamientos. El muchacho, muy firme “en su ramita” le dice que eso ya lo hace… "¿Qué más tengo que hacer?"... Y Jesús le pide algo así como que se suelte y abandone en Dios: "Vende todo lo que tienes, dáselo a los pobres y sígueme". Y el joven se retiró con mucha tristeza pues era muy rico. Estaba prendido a la rama de sus seguridades y por nada del mundo las soltaría, ni aunque se lo pida Dios.

Esta época es como un bosque lleno de ramas y lianas. Siempre hay algo de que agarrarse para no escuchar a Dios. No voy a Misa porque se juega el clásico…. No voy el domingo porque está el mundial de Rugby…. No voy porque tengo un cumpleaños… no voy porque… porque…. Porque…. Siempre hay excusas para Dios. Siempre hay ramas de las que nos aferramos porque en el fondo decimos que creemos, pero no confiamos. 

Debemos pedir a la Virgen María que nos ayude a confiar más. Mirémosla a Ella. Ella confió plenamente que sería Madre del Hijo de Dios sin poner ninguna excusa. Soltó las ramas de su vida cotidiana para arriesgarse al Plan de Dios. Como San Leonardo Murialdo, que dejó sus seguridades familiares para seguir al Señor. Como el Padre Lalo, el Padre José Luis… como tantos hombres y mujeres que dejaron sus seguridades para soltarse y arrojarse a los brazos del Señor… Todos tenemos fe. Todos creemos. Esta semana debemos crecer en confianza. Solo quien confía puede escuchar al otro, escuchar a Dios.

Padrenuestro…
Santa María, Madre de la Confianza, ruega por nosotros.

San José y San Leonardo…

Los dos lobos


Un abuelo estaba hablando un día con su nieto. El nieto lo veía preocupado por alguna situación que no comprendía y le preguntó en que estaba pensando.

Y el abuelo le respondió:

- "Me siento como si tuviera dos lobos peleando en mi corazón. Uno de los dos es un lobo enojado, violento y vengador. El otro está lleno de amor y compasión".

El nieto se quedó pensando, imaginando aquellos lobos, y preguntó:

- "Abuelo, dime… ¿Cuál de los dos lobos ganará la pelea en tu corazón?"

El abuelo contestó:

- "Aquél que yo alimente…. Si. El que yo alimente ganará y el otro morirá…"

Es común que quizá hasta varias veces por día, aniden en nuestro corazón sentimientos encontrados. A veces de bondad, misericordia y amistad, y otras veces sentimientos de bronca, de enojo, de división. Esos sentimientos no ganan la pelea con sus propias fuerzas, sino que está en nuestra voluntad el dejar que uno u otro ganen. Si uno deja vencer siempre los sentimientos negativos llegará un momento en que hasta nuestra cara cambie para los demás. Siempre enojados, siempre mal dispuestos, siempre negativos…

En cambio hay gente que es optimista por naturaleza e incluso en situaciones difíciles es capaz de tener otra mirada. Como ocurre con un vaso lleno hasta la mitad. Unos lo ven medio lleno y otros, medio vacío… y es el mismo vaso. Pero la mirada es distinta.

Dice Jesús que la maldad y las malas inclinaciones nacen del corazón del hombre, no de fuera. Lo que ocurre es que cuando el hombre deja que esa maldad salga de el, ensucia todo alrededor y uno llega a pensar que lo malo es del otro, sin percatarse las decenas de veces que hemos dejado que en pequeñas cosas vaya ganando el lobo malo.

El desafío de esta semana es reforzar nuestra voluntad para tratar de que lo que salga de nuestros corazones sean bondad y unidad. Eso no es “reprimirse”. Eso es crecer en valores humanos.

Pidamos a nuestra Madre que nos ayude a tener los mismos sentimientos que Cristo, que no dudó en perdonar incluso a quienes lo crucificaron, a quienes habían soltado todos los lobos del odio contra El, que nada malo les había hecho. Incluso en la Cruz vio el vaso medio lleno diciendo: Padre perdónalos, porque no saben lo que hacen.


Ave María…

Los expertos


 Había una vez un explorador que había regresado a su ciudad luego de un largo viaje. Allí, las personas que conocían sus andanzas por el Amazonas, querían saberlo todo acerca de esas aventuras. Pero ¿cómo podía expresar con palabras lo que había sentido al recorrer semejante río? ¿Cómo explicar la belleza de los paisajes, de sus flores y bosques exóticos? ¿Los sonidos de la noche bajo un cielo impresionante de estrellas en medio de la más absoluta soledad de la selva?

Y les dijo…: - La verdad que no se puede explicar lo que es eso. Mejor vayan ustedes mismos a descubrirlo. Nada puede sustituir a la experiencia personal. Y para orientarlos, les hizo un magnífico mapa con incontables detalles.

Ellos tomaron el mapa admirados e hicieron copia y lo empezaron a repartir y todos querían una copia del mapa del Amazonas. Y con el tiempo, todo el que tenía un mapa se consideraba un experto y era capaz de explicar a otro hasta el mínimo detalle, pero sin haber estado nunca allí. Conocían cada vuelta y recodo del río…. Donde estaban los rápidos, las cataratas y las aguas lentas… donde había cocodrilos y donde las orillas estaban infestadas de víboras o leones… Conocían lo ancho y lo profundo del río.

Intelectualmente creyeron ser expertos, pero sólo uno era experto: aquel que verdaderamente había explorado en persona aquel magnífico río.

A los cristianos puede pasarnos algo parecido con los Evangelios. Todos tenemos alguna copia de ellos en nuestras casas. Pero tenerlo no nos hace cristianos, como tener el mapa del Amazonas no nos hace expertos exploradores.

Jesús, con sus palabras, con sus enseñanzas y las enseñanzas de la iglesia, nos invita a hacer nosotros la experiencia de recorrer y hacer vida esas palabras. Porque si no hacemos carne de experiencia esas palabras, podremos saber mucha teología pero quizá nunca seamos santos. ¿Y de que serviría?

Un poco lo que pasa con el Papa Francisco. A todos les encanta escuchar sus “relatos” que surgen de su onda experiencia cristiana y hasta los que no son cristianos lo aplauden. Pero ¿cuántos estamos dispuestos a hacer la experiencia de la vida cristiana que el ha hecho? ¿Cuántos estamos dispuestos a perdonar a quien nos ofende? ¿A abrazar un enfermo? ¿A recibir a un pobre? ¿A escuchar a un necesitado?

El Evangelio es un gran mapa que nos ha dejado el más grande explorador de la naturaleza humana: Jesús. El nos ha mostrado el camino de la felicidad y de la verdad pues, El es ese camino y esa verdad. No nos quedemos sólo con las copias del mapa del Evangelio, sino abramos nuestros oídos para dejar que sus Palabras entren en nuestros corazones y renueven nuestras vidas.

Padre Nuestro…
San José y San Leonardo…

El Piloto

Un día una niña abordó un avión para viajar a Nueva York, llamando la atención de todos. Subió al avión con boleto en mano, buscando su asiento y se sentó al lado de una persona. Se veía una niña educada, segura e inteligente. Miró al hombre a su lado, sonrió, sacó un libro y comenzó a dibujar, pintar y colorear. A pesar de su corta edad, como mucho unos 8 años, no presentaba rasgos de ansiedad ni nerviosismo al despegar el avión, lo cual llamó la atención del pasajero a su lado.
El vuelo no fue muy bueno, hubo tormenta y mucha turbulencia. De pronto una sacudida fuerte, y todos estaban muy nerviosos, pero la niña mantuvo su calma y serenidad en todo momento. ¿Cómo lo hacía?, ¿Por qué su calma? Hasta que una mujer frenética le preguntó:
 - Niña: ¿no tienes miedo? 
- "No señora”, contestó la niña, ”Mi padre es el piloto”, dijo mientras señalaba muy orgullosa en su campera un pequeño logotipo de la compañía aérea en que viajaban...
A lo largo del camino nos vamos a encontrar en nuestra vida con sucesos que nos sacudan como un avión en una turbulencia. Habrá momentos en los que no veremos el terreno sólido y nuestros pies parecerán no pisar lugar seguro. No veremos de dónde sostenernos, estaremos inseguros... En esos tiempos de tribulación, hay que recordar que nuestro PADRE es el piloto. Nuestro Padre del Cielo. 
A pesar de las circunstancias, nuestras vidas están puestas en las manos del Creador. Y el signo, o logotipo podríamos decir, que nos recuerda quién es el piloto de nuestras vidas, es la Cruz. Por eso los cristianos siempre comenzamos y terminamos nuestras reuniones, liturgias, oraciones, con la señal de la Cruz. De ahí la importancia de que ese gesto sea realizado con plena conciencia de a quién nos estamos dirigiendo y quien nos está bendiciendo con ese gesto. Una señal que sea una verdadera Cruz, amplia y bonita, sobre nuestro cuerpo y no un gesto apurado y vergonzoso, sino con el sano orgullo de que nuestro Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, son los pilotos, si los dejamos.
Así que la próxima vez que llegue una tormenta a nuestra vida o si en este momento estamos pasando por una, alcemos la mirada al cielo, CONFIEMOS y digamos como aquella niñita: ¡Mi PADRE es el piloto y no dejará que me pierda!
Padre Nuestro…

Estrella de la mañana


Hay mañanas en que, si hemos estado lo suficientemente despiertos, quizá hayamos visto hacia el horizonte del este, una luminosa estrella. Parece irónico que una de las estrellas más luminosas del cielo aparezca recién casi sobre la madrugada, cuando está por salir el sol que con su luz mucho más brillante luego la eclipsará.

Tradicionalmente los cristianos han llamado a la Santísima Virgen María “La estrella de la mañana”. Poéticamente, los marineros la llamaron así, o también “estrella del mar”, porque el cristiano puede acudir a María con confianza, al igual que cuando en medio del mar y en medio de una tormenta se divisa de repente una estrella y eso da esperanza de que la tormenta se pase. De la misma manera, en medio de las dificultades uno invoca a María con la seguridad de su intercesión.

Pero hoy me quiero referir al trasfondo bíblico que connota llamarla “Estrella de la mañana”. Y nos remite a la Navidad. Cuenta el evangelio de Mateo que los magos de Oriente, vienen en busca de un rey que ha nacido. Aún no saben quién es; pero acuden  siguiendo el rastro luminoso de una estrella; «pues hemos visto su estrella en Oriente y venimos a adorarle» (Mt 2,2).Todo el relato de San Mateo gravita en torno a la estrella. Y la estrella se detiene cuando los magos encuentran a Jesús niño, recién nacido. Y dice Mateo que “al ver la estrella se llenaron de alegría.” Porque el Niño no estaba solo, sino el Niño con su Madre.

Igual que en nuestros amaneceres la estrella antecede y anuncia la llegada del Sol que iluminará nuestro día, La Santísima Virgen es la estrella que nos trae al verdadero Sol que iluminará nuestra vida: Jesucristo.

Por eso podemos dirigirnos sin ningún problema a María, porque Ella siempre nos lleva a Cristo, es la estrella que nos lleva al sol. Y su Hijo, el verdadero sol de justicio, la colma toda a Ella. De tal manera que el Apóstol San Juan dirá en el Apocalipsis que ve a la Mujer, revestida de Sol y con una corona de doce estrellas sobre su cabeza. Revestirnos de sol, revestirnos de Jesucristo, es lo que María quiere para todos sus hijos.

Acudamos siempre, en nuestras alegrías, tristezas, trabajos, descansos, en toda nuestra vida, con confianza a tan hermosa Madre que Jesucristo ha querido compartir con nosotros.


Ave María…

La casa de campo


Hoy recordaba el consejo del Papa Francisco de no “sacarnos el cuero”. Les quiero contar algo que en repetidas ocasiones le ha dicho el Papa a los jóvenes: “No se jubilen antes de tiempo.” Ya sabemos lo que es la jubilación: es el retiro de un trabajador de su vida laboral activa. Generalmente por la edad. Lo lógico es que la gente se jubile alrededor de los 60 o 65 años. ¿Pero porqué el Papa dice esto a los jóvenes? ¿Será que los jóvenes se están comportando como si ya hubieran vivido todo y no les quedaran más fuerzas para seguir luchando? Juventud y alegría son dos cosas que deberían ir de la mano. La alegría es contagiosa: ayuda a uno mismo y hace que los demás también se contagien de esa alegría. Pero un joven triste no contagia nada positivo. Se supone que la juventud es el tiempo de los sueños, de los ideales, de los proyectos. Pero si un joven se queda quieto, si “no hace lío” en su propia vida ¿Quién lo hará por el?

Un día un hombre quería poner en venta su casa de campo y cómo no sabía redactar el texto para publicar en el diario le pidió a un vecino suyo, que era poeta, que se lo redactara. El poeta accedió y le prometió hacerlo rápidamente pues estaba por hacer un viaje. Efectivamente ese mismo día le acercó un papel que decía: “Vendo un pedazo del cielo. Excelente casa de campo afincada en la mas bella campiña. Rodeada de flores junto a un hermoso bosque de pinos. Dos hectáreas habitadas de pájaros y regadas con las aguas de un pacífico y puro arroyito.” Y el poeta se fue de viaje. Al volver, unos dos meses después, fue a la casa del vecino seguro de encontrar nuevo habitantes. Para su sorpresa seguía estando el mismo vecino que le encargó el aviso. ¿Pero cómo? ¿No ha podido vender el campo?, dijo el poeta. Pues, es que su aviso me hizo dar cuenta del hermoso lugar que tengo y por nada del mundo quiero perderlo.

La época de la secundaria es esa época de la vida que todos festejamos cuando termina pues estamos ansiosos de enfrentar el mundo, pero luego, es la más añorada de toda la vida. Por eso, no tiren la toalla. No se jubilen, como dice el Papa Francisco. Sigamos poniendo el mejor esfuerzo. Sigamos teniendo sueños. Disfrutemos de la juventud y aprovechemos a soñar en grande. No dejen de confiar en ustedes. Ahora es el momento de esforzarse, de levantar esas notas que andan flojas, de ordenar las carpetas, de prepararse para los trimestrales. No está nada dicho aún. Queda mucho camino y es el momento de renovar las ganas y la alegría.

Pidamos a nuestra Madre que interceda ante Dios Espíritu Santo para que derrame en nosotros esos dones que necesitamos para seguir caminando decididos y alegres.


Ave María…

El cachorrito rengo


Cuentan los historiadores y también los mismos escritos de San Leonardo Murialdo, que una de las cosas que el quería que hicieran sus hijos, era que a todo el mundo le dijeran cuánto nos ama Dios. Porque es importante para las personas sentirse amados. Y muy importante saberse amados por Dios. Pero ¿Cuánto nos ama Dios?

Cuentan que un día, el dueño de una tienda estaba colocando un anuncio en la puerta que decía: “Cachorritos en venta”.

Esa clase de anuncios siempre atraen a los niños, y pronto un niñito apareció en la tienda preguntando:

“¿Cuál es el precio de los perritos?” El dueño contestó: “Entre $30 y $50″. El niñito metió la mano en su bolsillo y sacó unas monedas: “Sólo tengo $2,50… ¿puedo verlos?” El hombre sonrió y silbó.

De la trastienda salió su perra corriendo seguida por cinco perritos. Uno de los perritos estaba quedándose considerablemente atrás. El niñito inmediatamente señaló al perrito rezagado que rengueaba. “¿Qué le pasa a ese perrito?”, preguntó. El hombre le explicó que cuando el perrito nació, el veterinario le dijo que tenía una cadera defectuosa y que renguearía por el resto de su vida. El niñito se emocionó mucho y exclamó: “¡Ese es el perrito que yo quiero comprar!”.

Y el hombre, emocionado por la bondad del chico, replicó: “No, tú no vas a comprar ese cachorro. Si realmente lo quieres, yo te lo regalo”. Y el niñito se enojó y mirando directo a los ojos del hombre le dijo: “Yo no quiero que usted me lo regale. Él vale tanto como los otros perritos y yo le pagaré el precio completo. De hecho, le voy a dar mis $2,50 ahora y 50 centavos cada mes hasta que lo haya pagado completo”.

El hombre contestó: “Hijito, tú en verdad no querrás comprar ese perrito. El nunca será capaz de correr, saltar y jugar como los otros perritos”.

El niñito se agachó y se levantó su pantalón para mostrar su pierna izquierda, cruelmente retorcida e inutilizada, soportada por un gran aparato de metal. Miró de nuevo al hombre y le dijo:

“Bueno, yo no puedo correr muy bien tampoco, y el perrito necesitará a alguien que lo entienda”.


En la vida no importa quién eres, sino que alguien te aprecie y te acepte y te ame incondicionalmente. El Señor nos ama incondicionalmente. Repletos de defectos y con manchas de pecado. Nos ama tanto Dios que hasta se hizo uno de nosotros. Tomó sobre sí nuestros defectos y pecados y nos compró a precio de sangre y lo único que espera de nosotros es que aceptemos su amor y su perdón. Dice la Biblia ¡Tanto amó Dios al mundo que hasta entregó su propio Hijo para salvarnos! Ojalá que nos dejemos llenar de su amor en este día.

El tigre y el zorro


Hace poco escuché en una novela argentina como la protagonista decía que "Dios hace rato había perdido el GPS" y que "solo cabía esperar su ayuda en la otra vida, pero no en esta…"

Me hizo acordar a la historia de un monje que vivía en las cercanías de un bosque, y que un día salió a pasear y a meditar. Iba admirando la belleza de la naturaleza mientras pensaba de que manera responder a unas dudas de fe que tenía. Mientras esto hacía, vio a un pobre zorro que apenas si podía caminar pues se había lastimado malamente una de sus patas. El pobrecillo se lo veía muy cansado así que se tiró al lado de un gran árbol con evidente ademán de abandono. De repente apareció un fornido tigre con una presa a medio comer en su boca. El monje se escondió a ver que pasaba pensando en lo desafortunado que era el indefenso zorro. Resulta que el tigre ya había calmado su hambre, así que miró con indiferencia al zorro y dejó caer los restos de la presa que llevaba en su boca cerca del zorro que estaba dormido. Cuando este despertó, encontró la comida y pudo alimentarse ese día.

Al día siguiente nuevamente el monje salió a pasear y quiso ver que había sido del zorro. Lo encontró en el mismo lugar y para su sorpresa lo encontró comiendo nuevamente mientras se veía desaparecer la cola del tigre entre la maleza. Cada día pudo verificar que el tigre traía alimento que sirvió al zorro para recuperarse y volver a su actividad natural. Admirado el monje comprendió que Dios maravillosamente alimentaba al animal enfermo por medio de su Providencia que usaba del Tigre para lograrlo. Decidió entonces que el debía confiar mas en la Providencia y desde aquel día se buscó una cueva en el bosque donde viviría esperando a que Dios mismo le proveyera alimento.

Al tercer día el pobre monje no aguantaba más su hambre y oró a Dios preguntándole que pasaba que no lo alimentaba. Y escuchó una voz que le dijo: “En lugar de imitar al zorro, deberías imitar al tigre.”

Cuantas veces le echamos a Dios en cara muchas situaciones que están en nuestras manos el poder ayudar a que cambien. Pensamos que Dios perdió su GPS cuando en realidad, los que hemos perdido el GPS somos nosotros. Dios, por el Bautismo, nos ha hecho sus hijos. ¿Pero vivimos como hijos de Dios amándolo sobre todas las cosas y amando al prójimo? Dios no tiene la culpa de que haya niños con hambre en un país como el nuestro que produce tanto alimento. Dios no tiene la culpa de que sufran personas por el frío del invierno… Nos acomodamos como el zorro esperando que Dios u otros mejoren este mundo que criticamos tanto. Sin embargo Dios cuenta con nosotros para ayudar a los demás. 

Dice el Santo Padre Pío “Veamos detrás de la mano del hombre que se manifiesta de ese modo, la mano de Dios que se oculta.”… Por eso no debemos ser como el monje pensaba, que había que esperar que Dios hiciera todo. Sino como el tigre, que se alimentaba el y ayudaba al otro. La Providencia de Dios no nos libra de la responsabilidad que todo cristiano tiene en su vida. Antiguamente se decía “A Dios rogando y con el mazo dando”. Es decir, está muy bien pedir al Señor que nos ayude pero también es necesario que usemos de la inteligencia que Dios nos da para salir adelante y ayudar a que este mundo sea cada vez mejor. Empezando por nuestros hogares, nuestras amistades, nuestros compañeros. Como San Leonardo Murialdo que siempre se abandonó con confianza a la Providencia, pero a la vez cumpliendo generosamente la voluntad divina en contacto con Dios y dedicándose a los jóvenes pobres.

Pidamos a María que nos de un corazón atento y caritativo como el de Ella.

Ave María…

¿Cuál es tu signo?


 ¿Cuál es el signo que nos identifica a los cristianos? … La Cruz. La Cruz es el signo que nos identifica, pues en la Cruz Jesús murió por cada uno de nosotros. Ningún otro signo es más importante. Así que los cristianos no nos preocupamos si somos de acuario, de sagitario o de cualquier “signo” de cualquier horóscopo, pues los cristianos no creemos ni en horóscopos ni en todos los que dicen adivinar el futuro o el destino.

Un día Jesús se los dejó bien clarito a los discípulos. “Vean las flores del campo. Ellas no hilan y sin embargo ni el Rey Salomón en todo su esplendor se vistió como una de ellas. Miren los pájaros del cielo. No siembran ni guardan comida en graneros, sin embargo ninguno cae a tierra si Dios no lo permite.” Y Jesús agregó: “no se anden preocupando por que vestirán o que comerán mañana pues cada día tiene ya sus propios problemas. Busquen primero a Dios y el resto se les dará por añadidura.”

El cristiano no necesita ni de horóscopos, ni de brujas que le lean la mano, ni de jueguitos que invocan a espíritus para preguntar el futuro… Hace unos días que circulan ese tipo de actividades, algunas más viejas y otras más nuevas con formato renovado y nuevos nombres, pero con los mismos objetivos: alejarnos de Dios. Anoche leí que el último de ellos es aparentemente una estrategia comercial para promocionar gratis una película próxima a estrenar. No me extraña. Con tal de ganar dinero los hijos de las tinieblas son muy astutos. Y a veces los hijos de la luz, los bautizados, los cristianos, caemos en esos jueguitos pensando que son solo eso…

Pero en el fondo, jugar a intentar adivinar el futuro… cuantos hijos tendré… cuanto viviré… etc, etc… esconden una gran desconfianza en Dios. Porque Dios es un Padre ¿y que padre no dará a su hijo lo que necesite? ¿Se imaginan que dirían sus madres o padres si cada día ustedes intentaran averiguar que hay para almorzar pero preguntándole al vecino? Entristecerían a sus padres por la falta de confianza en ellos. Bueno… consultar horóscopos o supuestos espíritus ofende a Dios Padre y además nos expone a ser lastimados por el demonio, que, como también dice la Biblia, anda como león rugiente buscando la ocasión de lastimarnos… ¿Quién jugaría con un león? Sólo un loco…

No olvidemos que somos hijos de la luz, no de las tinieblas. Somos hijos de Dios ¡hijos! Y los hijos de Dios creemos y confiamos en la PROVIDENCIA de Dios. O sea, en que Dios provee y está al tanto de todo lo que sus hijos necesitan. No ofendamos a nuestro Padre Dios consultando o jugando a esas cosas, pues además ofendemos y entristecemos también a nuestra Mamá María, que vio con mucho dolor como su hijo Jesús moría en la Cruz por nosotros y lo aceptó también por amor a nosotros.

Recemos a Dios para que perdone nuestras ofensas y nos ayude con su Gracia.
Padre nuestro que estás en los cielos….

El cumpleaños


 Hoy no les voy a contar un cuento, sino que vamos a recordar un hecho verdadero. Este domingo hemos celebrado un gran acontecimiento en la vida de la Iglesia: Pentecostés. Tan importante, que un buen hombre de mi Capilla nos dio una gran lección a todos, y desde su humildad. 

Cuando terminó la Misa, y mientras cantábamos a la virgen, el Sacerdote salió. Cuando terminó el canto, se escuchó a este hombre que dijo ¡Feliz cumpleaños! Me quedé esperando que otros dijeran algo y nadie dijo nada, lo miraron y listo, cada uno se empezó a retirar del templo. El sonreía y también empezó a salir. Pero iba por el centro del pasillo cantando “Que los cumplas feliz… que los cumplas feliz….” 

Todos lo miraban y le sonreían, pues es un hombre muy alegre y siempre anda cantando, pero nadie sabía a quien le cantaba…  Hasta que dijo: “Que los cumpla la Iglesia, que los cumpla feliz!!!”.  Y ahí comprendí. Había dado con su alegría el mejor de las meditaciones o sermones de Pentecostés que había escuchado en mi vida.
Porque en ese primer Pentecostés, había nacido, podemos decir que oficialmente, la Iglesia.

Las lecturas nos contaban como había sido ese día. Estaban los apóstoles y discípulos reunidos con la Virgen María y otras mujeres, en oración y encerrados por temor. Y mientras oraban un ruido, como de un viento impetuoso, llenó el lugar y aparecieron sobre las cabezas unas lenguas de fuego. Y así, bajo esos signos, el Espíritu Santo fue derramado sobre la Iglesia que aquél día nacía. Pero igual que un niño cuando nace, lo primero que hace es abrir la boca para que todos lo escuchen. Ese día, los apóstoles salieron a comunicar la buena noticia de que Jesús, que había muerto, luego de tres días había resucitado. Y que esa resurrección era la primicia de lo que también nos tocará a cada uno de nosotros. Y dice la lectura que la gente se sorprendió por el ruido y cada uno lo oía hablar en su propia lengua. El ruido no era ya el viento, sino la predicación, el testimonio.

Y eso debe ser todo cristiano de esta Iglesia cumpleañera. Debe ser como el viento, que hace ruido, que aunque no se vea muestra sus consecuencias. El viento sopla y los árboles bailan y aplauden sus hojas. ¿Cómo vivimos nuestra pertenencia a la Iglesia? ¿Salimos a la calle de nuestros entornos a soplar o seguimos encerrados por miedo? ¿Somos brisa fresca para nuestras familias, amigos, compañeros y profesores? ¿O somos pobres torbellinos y vientos zonda que a nadie le ayuda?

Pidamos a María, que ese día acompañaba a los Apóstoles, que pida al Espíritu Santo que sople sobre nosotros, sobre nuestro Colegio, para que seamos testimonio cristiano que atraiga al otro a la amistad con Dios.


Ave María….

El tornillo indicado


 Había una vez un ingeniero que fue llamado a arreglar una máquina de la que dependía gran parte del proceso productivo de una importante fábrica.

Sentado frente a la máquina, oprimió unas cuantas teclas, asintió con la cabeza, murmuró algo para sí mismo y apagó el aparato. Procedió a sacar un pequeño destornillador de su bolsillo y dio vuelta y media a un minúsculo tornillo. Entonces encendió de nuevo la máquina y comprobó que estaba trabajando perfectamente.

El presidente de la compañía se mostró encantado y se ofreció a pagar la cuenta en el acto.
-”¿Cuánto le debo? “-preguntó.
– “Son mil euros, si me hace el favor.”
– “¿Mil euros? ¿Mil euros por unos momentos de trabajo? ¿Mil euros por apretar un simple tornillito? ¡Ya sé que esta maquinaria es una parte fundamental de mi proceso productivo, pero mil euros es una cantidad disparatada! La pagaré sólo si me manda una factura perfectamente detallada que la justifique.”
El ingeniero asintió con la cabeza y se fue. A la mañana siguiente, el presidente recibió la factura, la leyó con cuidado, sacudió la cabeza procedió a pagarla en el acto. La factura decía:
Detalle de servicios prestados:  
1. Apretar un tornillo……….. …. …. …. …. … 1 euro 
2. Saber qué tornillo apretar………….. ….. 999 euros
 ¿Se dan cuenta? Apretar un tornillo cualquiera lo hace. Pero saber cual es el tornillo adecuado, sólo el que sabe.

Con Dios pasa algo parecido. Cuando yo estudiaba, un Sacerdote que era nuestro profesor, decía que no es lo mismo creer en Dios que creerle a Dios. Creer, cualquier dice que cree. Pero creerle a Dios, a Jesús, eso ya es otra cosa. Porque si uno “le cree” a Jesucristo, deberá amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a si mismo. O sea, respetará a sus padres, a los mayores, a los profesores, a sus compañeros. Jamás les hará ningún mal… Si le cree a Jesús, tomará la cruz de cada día, es decir los sacrificios comunes de cada día con amor: levantarse temprano, llegar a tiempo a la escuela, hacer los deberes, estudiar, ayudar en casa… Si le cree a Jesús, creerá en que comer su Cuerpo en la Eucaristía no da la Vida eterna… etc. Etc…


Igual que no es lo mismo apretar un tornillo que saber cual es el adecuado para tener éxito, tampoco es lo mismo decir que creemos en Jesús como que le creemos a Jesús. Pues si le creemos, seguiremos sus consejos y El podrá llamarnos amigos.

Zapping


 El Evangelio de Juan nos recuerda aquellas palabras que Jesús dijo a sus discípulos y que también nos las dice a nosotros: "Permanezcan en mi Amor…" Permanezcan... 

Permanecer es no andar cambiando de cosa en cosa. Permanezcan en mi Amor, dice Jesús. Y mas adelante explica un poco más en que consiste este amor: "Ámense los unos a los otros como Yo los he amado". O sea, no cualquier amor, sino como El nos ha amado, hasta dar la vida. Y unas palabras más adelante, Jesús agrega: "No son ustedes los que me eligieron a mí, sino Yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero".

El nos eligió, no nosotros.

Vieron que uno muchas veces se piensa que Dios y la Iglesia son como un televisor. Si tengo ganas rezo… si tengo ganas voy a Misa… si tengo ganas veo una peli… si tengo ganas veo un partido… Así como hacemos zapping con la tele pretendemos que con las cosas de la Iglesia o de Dios también… Pero resulta que no somos nosotros los que elegimos. El que tiene el control es El. El nos ha elegido a nosotros.

Así que el Evangelio nos enseña a permanecer en la sintonía del canal de Jesús, que es su Amor. No cualquier amor, no cualquier canal, sino como El nos ama. Permanecer en su amor es aceptar que El nos eligió para quedemos fruto, y fruto en abundancia.

La próxima vez que se sienten, delante de un televisor, se van a acordar de cómo se vive con Dios: No haciendo zapping, sino permaneciendo en su amor.

Dios te salve María…
San José y San Leonardo…

Príncipes o mendigos


 El cuarto domingo de Pascua es conocido popularmente como el Domingo del Buen Pastor, porque las lecturas del Evangelio de San Juan nos recuerdan aquel discurso donde Jesús dice de si mismo que es el Buen Pastor que cuida y conduce a las ovejas. 

Pero también en este domingo, es muy interesante la segunda lectura que se leyó. También del Apóstol San Juan pero de su primera carta. Allí el apóstol nos dice:

“¡Miren cómo nos amó el Padre! Quiso que nos llamáramos hijos de Dios,
y nosotros lo somos realmente.”

Somos realmente hijos de Dios. Cuando estaba pensando en estas palabras me acordé de un cuento que todos conocemos. ¿Recuerdan el cuento del Príncipe y el mendigo? Aquel en que el Príncipe intercambia su posición con el mendigo de tal manera que ahora el Príncipe se ha vestido de mendigo y ya nadie lo reconoce. En cambio el mendigo se ha vestido de Príncipe y todos lo tratan como tal.

A los cristianos muchas veces nos pasa como a aquel Príncipe. Siendo como somos Hijos de Dios ¡hijos del Rey! En lugar de comportarnos como Príncipes nadie nos reconoce. No damos testimonio de vida cristiana. Nadie se percata que somos hijos de Dios ¡nada menos! Que pena mas grande debe ser para el Señor el habernos conseguido dejar de mendigar para regalarnos gratuitamente la dignidad de ser hijos de Dios y sin embargo seguir siendo para los demás simples mendigos que en lugar de dar testimonio damos lástima…

Pidamos a la Santísima Virgen que los cristianos de Argentina vivamos como dignos hijos de Dios. Empezando aquí, en nuestra escuela. Que seamos para cada compañero y amigo un hermano verdadero, pues todos somos hijos del mismo Padre.

Padre nuestro….
Nuestra Señora de Fátima…
San José y San Leonardo…

Hambre de Vida


Hoy, la Liturgia nos presente la siguiente lectura del Evangelio de San Juan:

"La gente dijo a Jesús: "¿Qué signos haces para que veamos y creamos en ti? ¿Qué obra realizas? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: Les dio de comer el pan bajado del cielo".
Jesús respondió: "Les aseguro que no es Moisés el que les dio el pan del cielo; mi Padre les da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios es el que desciende del cielo y da Vida al mundo".
Ellos le dijeron: "Señor, danos siempre de ese pan".
Jesús les respondió: "Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed."

Tenemos hambre de vida, porque ella se nos ha concedido de forma precaria. Es frágil nuestro vivir. Se halla amenazado interior y exteriormente. Este cuerpo, en el que vivimos, es sensible a todos los influjos: enfermedades, accidentes, golpes, frío, calor, dolor, sensibilidad, etc. Nuestra alma también. Fácilmente entra en la noche, o se ofusca y siente agonía.

Tenemos hambre de vida, porque hemos sido creados para vivir en abundancia. Hay en nosotros una capacidad de infinito, que sólo el Infinito puede colmar. Hemos sido llamados por Jesús para parti­cipar en el gran acontecimiento de la Vida, como sus primeros discípulos.

Pero ¡qué fácil es buscar a Jesús únicamen­te por sus dones y no por Él mismo! Creer es siempre nuestra asignatura pendiente. Creer de verdad en Él, fiarnos de Él y del designio del Padre. Alimentarnos de El que es la Vida en abundancia nos lleva a convertir­nos también nosotros en pan que se entrega por la vida del mundo. Jesús no nos llama para saciar simplemente nuestra hambre físico, sino para que con Él estemos dispuestos a saciar el hambre de vida del mundo. Es en nosotros donde el Pan Eucarístico puede multiplicarse.

En medio de tanta muerte ¿a dónde vamos a ir? Como los discípulos también nosotros debemos decir al Señor: No tenemos donde ir, porque sólo Tú tienes Palabras de Vida Eterna.

Ojala nos preparemos toda lo que resta de la semana para acercarnos con hambre de amor y de vida a la Eucaristía, donde Jesús nos espera para llenarnos de vida nueva para nosotros y para nuestros familiares y amigos.

Dios te salve María…