Hambre de Vida


Hoy, la Liturgia nos presente la siguiente lectura del Evangelio de San Juan:

"La gente dijo a Jesús: "¿Qué signos haces para que veamos y creamos en ti? ¿Qué obra realizas? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: Les dio de comer el pan bajado del cielo".
Jesús respondió: "Les aseguro que no es Moisés el que les dio el pan del cielo; mi Padre les da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios es el que desciende del cielo y da Vida al mundo".
Ellos le dijeron: "Señor, danos siempre de ese pan".
Jesús les respondió: "Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed."

Tenemos hambre de vida, porque ella se nos ha concedido de forma precaria. Es frágil nuestro vivir. Se halla amenazado interior y exteriormente. Este cuerpo, en el que vivimos, es sensible a todos los influjos: enfermedades, accidentes, golpes, frío, calor, dolor, sensibilidad, etc. Nuestra alma también. Fácilmente entra en la noche, o se ofusca y siente agonía.

Tenemos hambre de vida, porque hemos sido creados para vivir en abundancia. Hay en nosotros una capacidad de infinito, que sólo el Infinito puede colmar. Hemos sido llamados por Jesús para parti­cipar en el gran acontecimiento de la Vida, como sus primeros discípulos.

Pero ¡qué fácil es buscar a Jesús únicamen­te por sus dones y no por Él mismo! Creer es siempre nuestra asignatura pendiente. Creer de verdad en Él, fiarnos de Él y del designio del Padre. Alimentarnos de El que es la Vida en abundancia nos lleva a convertir­nos también nosotros en pan que se entrega por la vida del mundo. Jesús no nos llama para saciar simplemente nuestra hambre físico, sino para que con Él estemos dispuestos a saciar el hambre de vida del mundo. Es en nosotros donde el Pan Eucarístico puede multiplicarse.

En medio de tanta muerte ¿a dónde vamos a ir? Como los discípulos también nosotros debemos decir al Señor: No tenemos donde ir, porque sólo Tú tienes Palabras de Vida Eterna.

Ojala nos preparemos toda lo que resta de la semana para acercarnos con hambre de amor y de vida a la Eucaristía, donde Jesús nos espera para llenarnos de vida nueva para nosotros y para nuestros familiares y amigos.

Dios te salve María…

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