Cuentan los historiadores y también los mismos escritos de San Leonardo Murialdo, que
una de las cosas que el quería que hicieran sus hijos, era que a todo el mundo
le dijeran cuánto nos ama Dios. Porque es importante para las personas sentirse
amados. Y muy importante saberse amados por Dios. Pero ¿Cuánto nos ama Dios?
Cuentan que un día, el dueño de una
tienda estaba colocando un anuncio en la puerta que decía: “Cachorritos en
venta”.
Esa clase de anuncios siempre atraen
a los niños, y pronto un niñito apareció en la tienda preguntando:
“¿Cuál es el precio de los perritos?”
El dueño contestó: “Entre $30 y $50″. El niñito metió la mano en su
bolsillo y sacó unas monedas: “Sólo tengo $2,50… ¿puedo verlos?” El hombre
sonrió y silbó.
De la trastienda salió su perra
corriendo seguida por cinco perritos. Uno de los perritos estaba quedándose
considerablemente atrás. El niñito inmediatamente señaló al perrito rezagado
que rengueaba. “¿Qué le pasa a ese perrito?”, preguntó. El hombre le explicó
que cuando el perrito nació, el veterinario le dijo que tenía una cadera
defectuosa y que renguearía por el resto de su vida. El niñito se emocionó
mucho y exclamó: “¡Ese es el perrito que yo quiero comprar!”.
Y el hombre, emocionado por la bondad
del chico, replicó: “No, tú no vas a comprar ese cachorro. Si realmente lo
quieres, yo te lo regalo”. Y el niñito se enojó y mirando directo a los ojos
del hombre le dijo: “Yo no quiero que usted me lo regale. Él vale tanto como
los otros perritos y yo le pagaré el precio completo. De hecho, le voy a dar
mis $2,50 ahora y 50 centavos cada mes hasta que lo haya pagado completo”.
El hombre contestó: “Hijito, tú en
verdad no querrás comprar ese perrito. El nunca será capaz de correr, saltar y
jugar como los otros perritos”.
El niñito se agachó y se levantó su
pantalón para mostrar su pierna izquierda, cruelmente retorcida e inutilizada,
soportada por un gran aparato de metal. Miró de nuevo al hombre y le dijo:
“Bueno, yo no puedo correr muy bien
tampoco, y el perrito necesitará a alguien que lo entienda”.
En
la vida no importa quién eres, sino que alguien te aprecie y te acepte y te ame
incondicionalmente. El Señor nos ama incondicionalmente. Repletos de defectos y
con manchas de pecado. Nos ama tanto Dios que hasta se hizo uno de nosotros.
Tomó sobre sí nuestros defectos y pecados y nos compró a precio de sangre y lo
único que espera de nosotros es que aceptemos su amor y su perdón. Dice la
Biblia ¡Tanto amó Dios al mundo que hasta entregó su propio Hijo para salvarnos!
Ojalá que nos dejemos llenar de su amor en este día.
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