El tigre y el zorro


Hace poco escuché en una novela argentina como la protagonista decía que "Dios hace rato había perdido el GPS" y que "solo cabía esperar su ayuda en la otra vida, pero no en esta…"

Me hizo acordar a la historia de un monje que vivía en las cercanías de un bosque, y que un día salió a pasear y a meditar. Iba admirando la belleza de la naturaleza mientras pensaba de que manera responder a unas dudas de fe que tenía. Mientras esto hacía, vio a un pobre zorro que apenas si podía caminar pues se había lastimado malamente una de sus patas. El pobrecillo se lo veía muy cansado así que se tiró al lado de un gran árbol con evidente ademán de abandono. De repente apareció un fornido tigre con una presa a medio comer en su boca. El monje se escondió a ver que pasaba pensando en lo desafortunado que era el indefenso zorro. Resulta que el tigre ya había calmado su hambre, así que miró con indiferencia al zorro y dejó caer los restos de la presa que llevaba en su boca cerca del zorro que estaba dormido. Cuando este despertó, encontró la comida y pudo alimentarse ese día.

Al día siguiente nuevamente el monje salió a pasear y quiso ver que había sido del zorro. Lo encontró en el mismo lugar y para su sorpresa lo encontró comiendo nuevamente mientras se veía desaparecer la cola del tigre entre la maleza. Cada día pudo verificar que el tigre traía alimento que sirvió al zorro para recuperarse y volver a su actividad natural. Admirado el monje comprendió que Dios maravillosamente alimentaba al animal enfermo por medio de su Providencia que usaba del Tigre para lograrlo. Decidió entonces que el debía confiar mas en la Providencia y desde aquel día se buscó una cueva en el bosque donde viviría esperando a que Dios mismo le proveyera alimento.

Al tercer día el pobre monje no aguantaba más su hambre y oró a Dios preguntándole que pasaba que no lo alimentaba. Y escuchó una voz que le dijo: “En lugar de imitar al zorro, deberías imitar al tigre.”

Cuantas veces le echamos a Dios en cara muchas situaciones que están en nuestras manos el poder ayudar a que cambien. Pensamos que Dios perdió su GPS cuando en realidad, los que hemos perdido el GPS somos nosotros. Dios, por el Bautismo, nos ha hecho sus hijos. ¿Pero vivimos como hijos de Dios amándolo sobre todas las cosas y amando al prójimo? Dios no tiene la culpa de que haya niños con hambre en un país como el nuestro que produce tanto alimento. Dios no tiene la culpa de que sufran personas por el frío del invierno… Nos acomodamos como el zorro esperando que Dios u otros mejoren este mundo que criticamos tanto. Sin embargo Dios cuenta con nosotros para ayudar a los demás. 

Dice el Santo Padre Pío “Veamos detrás de la mano del hombre que se manifiesta de ese modo, la mano de Dios que se oculta.”… Por eso no debemos ser como el monje pensaba, que había que esperar que Dios hiciera todo. Sino como el tigre, que se alimentaba el y ayudaba al otro. La Providencia de Dios no nos libra de la responsabilidad que todo cristiano tiene en su vida. Antiguamente se decía “A Dios rogando y con el mazo dando”. Es decir, está muy bien pedir al Señor que nos ayude pero también es necesario que usemos de la inteligencia que Dios nos da para salir adelante y ayudar a que este mundo sea cada vez mejor. Empezando por nuestros hogares, nuestras amistades, nuestros compañeros. Como San Leonardo Murialdo que siempre se abandonó con confianza a la Providencia, pero a la vez cumpliendo generosamente la voluntad divina en contacto con Dios y dedicándose a los jóvenes pobres.

Pidamos a María que nos de un corazón atento y caritativo como el de Ella.

Ave María…

No hay comentarios:

Publicar un comentario