Hay mañanas en que, si hemos estado lo suficientemente
despiertos, quizá hayamos visto hacia el horizonte del este, una luminosa
estrella. Parece irónico que una de las estrellas más luminosas del cielo
aparezca recién casi sobre la madrugada, cuando está por salir el sol que con
su luz mucho más brillante luego la eclipsará.
Tradicionalmente los cristianos han llamado a la Santísima
Virgen María “La estrella de la mañana”. Poéticamente, los marineros la
llamaron así, o también “estrella del mar”, porque el cristiano puede acudir a
María con confianza, al igual que cuando en medio del mar y en medio de una
tormenta se divisa de repente una estrella y eso da esperanza de que la
tormenta se pase. De la misma manera, en medio de las dificultades uno invoca a
María con la seguridad de su intercesión.
Pero hoy me quiero referir al trasfondo bíblico que connota
llamarla “Estrella de la mañana”. Y nos remite a la Navidad. Cuenta el evangelio de Mateo que los magos de Oriente, vienen en busca
de un rey que ha nacido. Aún no saben quién es; pero acuden siguiendo el
rastro luminoso de una estrella; «pues hemos visto su estrella en Oriente y
venimos a adorarle» (Mt 2,2).Todo el relato de San Mateo gravita en torno a la
estrella. Y la estrella se detiene
cuando los magos encuentran a Jesús niño, recién nacido. Y dice Mateo que “al
ver la estrella se llenaron de alegría.” Porque el Niño no estaba solo, sino el Niño con su Madre.
Igual que en nuestros amaneceres la
estrella antecede y anuncia la llegada del Sol que iluminará nuestro día, La
Santísima Virgen es la estrella que nos trae al verdadero Sol que iluminará
nuestra vida: Jesucristo.
Por eso podemos dirigirnos sin
ningún problema a María, porque Ella siempre nos lleva a Cristo, es la estrella
que nos lleva al sol. Y su Hijo, el verdadero sol de justicio, la colma toda a
Ella. De tal manera que el Apóstol San Juan dirá en el Apocalipsis que ve a la
Mujer, revestida de Sol y con una corona de doce estrellas sobre su cabeza.
Revestirnos de sol, revestirnos de Jesucristo, es lo que María quiere para
todos sus hijos.
Acudamos siempre, en nuestras
alegrías, tristezas, trabajos, descansos, en toda nuestra vida, con confianza a
tan hermosa Madre que Jesucristo ha querido compartir con nosotros.
Ave María…
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